Han pasado 31 años desde que Víctor Erice presentó “El sol de membrillo”, ahora regresa a Cannes con “Cerrar los ojos”. Una cinta que la crítica ha calificado de magistral.
Para el director, “Cerrar los ojos”, es una película acerca de la memoria, la identidad y el amor al cine. Dice en su libro de notas: “Memoria de dos amigos, que un día ya lejano fueron un actor y un director de cine. En el transcurso del tiempo, uno la ha perdido por completo, hasta el punto de que no sabe quién es ni quién fue; el otro, tratando de olvidar, y a pesar de haberse refugiado en un rincón, comprueba una vez más que la sigue llevando a cuestas, con su carga de dolor”.
Erice enfatiza que en la película encontraremos dos estilos diferentes: “el cine clásico, con su canon ilusionista, en ambientes y personajes; y otro, preñado de realidad, en el que ha desplegado el cine moderno. O lo que es igual, dos clases de relato: uno, el que brotaba al amparo de la leyenda, contando la vida no tanto como era sino como debería ser; y otro, a la deriva, contemporáneo, sin memoria ni futuros ciertos”.
Sinopsis
La película comienza en algún lugar de la Francia rural, supuestamente en 1947.
Un anarquista, huyendo de las fuerzas franquistas, es contratado por un compatriota para viajar a Shanghái en busca de su hija y traerla de vuelta.
Más tarde, se descubre que esa escena forma parte de una de las dos únicas bobinas que se conservan de una película dirigida por Manolo Solo (Miguel Garay) en 1990, quien la tuvo que dejar incompleta ya que su actor protagonista, Julio Arenas (José Coronado), quien interpretaba al investigador privado, desaparece.
Aunque nunca se llega a encontrar su cadáver, la policía concluye que Julio Arenas sufrió un accidente en el mar. Más tarde, en el año 2012, Manolo Solo es invitado a un famoso programa de televisión sobre personas desaparecidas para hablar del caso de Arenas.
Una película sobre las ausencias y la nostalgia por lo perdido
Según The Hollywood Reporter: “Manolo, un alma introvertida y melancólica con el ceño permanentemente fruncido, nunca volvió a dirigir otra película. Sorprendentemente, no sabemos mucho de él, ni de sus verdaderos motivos para decidir súbitamente buscar a Julio después de tantos años. En una escena llena de nostalgia por el cine analógico y de tristeza por su desaparición, se reúne con el antiguo montador de la película, convertido en un archivero del celuloide”.
Según la crítica de Cannes, que se ha rendido a sus pies, Erice ha conseguido justificar con “Cerrar los ojos” su larga ausencia de la escena cinematográfica. Justamente con una película que trata sobre las ausencias y la nostalgia por lo perdido, utilizando el poder del cine para transformar, como lo hizo en sus cuatro películas anteriores.
En el caso particular de “El espíritu de la colmena”, una diminuta y conmovedora Ana Torrent resuelve su obsesión con Frankenstein imaginando que el monstruo es su amigo, y que puede invocarlo a través de ciertas palabras. En “Cerrar los ojos”, Torrent -50 años más tarde- repite con Erice interpretando a la hija del actor desaparecido y regalándonos una actuación sublime -que podemos advertir en el primer avance de la peli- donde debe mirar al pasado de frente y a los ojos.
De nuevo, Erice utiliza el laberinto de la memoria en su lenguaje cinematográfico: el cine dentro del cine como recurso narrativo.
En el caso de “Cerrar los ojos” -el título es una poética réplica al “Espíritu de la Colmena”, donde Ana mantiene los ojos abiertos al descubrir al monstruo sentado en la butaca del cine.
A nosotros, los fans de Erice, nos tocará entrecerrarlos hasta septiembre, cuando se estrenará “Cerrar los ojos” en toda España.
Hasta el próximo Día del Espectador, y como diría John Ford: “Mi nombre es Víctor Erice y hago películas”.
Nathalia Manzo.