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Contaminación lumínica: una problemática global que afecta a la salud y los ecosistemas. Fuente: esa.int

Contaminación lumínica: una problemática global que afecta a la salud y los ecosistemas

Las estrellas están ‘desapareciendo’ del cielo nocturno. Seguro que has pensado o escuchado esta oración en algún momento y es que, aunque siguen estando ahí, se han vuelto invisibles para las personas que viven en grandes ciudades.

La contaminación lumínica está haciendo desaparecer las estrellas de la vista humana a un ritmo acelerado pero, además de suponer un impedimento al observar el cielo nocturno, también afecta a nuestra salud y altera el ecosistema.

Se entiende por contaminación lumínica a la alteración de la oscuridad natural de la noche, que se produce a consecuencia de un uso excesivo de iluminación artificial: farolas urbanas, carteles publicitarios, escaparates, etc. Esta iluminación alcanza al entorno próximo y se difunde hacia el cielo, lo que aumenta su resplandor, generando una alteración del ciclo natural de la noche.

Fuente: NSF’s NOIRLab

Principales consecuencias para la salud

Actualmente, más del 80% de la población mundial vive con cielos contaminados por la luz artificial. Esta cifra se eleva hasta el 99% de la población si nos centramos en Estados Unidos y Europa, según los autores del Nuevo Atlas mundial de contaminación lumínica.

La iluminación artificial por la noche es uno de los requisitos para la habitabilidad de las zonas urbanas modernas y, en menor medida, de las zonas rurales pero su exceso reduce la calidad de vida de las comunidades afectadas.

Este tipo de contaminación está relacionada con un mayor riesgo en el desarrollo de patologías como la diabetes, el cáncer de mama, el cáncer de próstata, la obesidad, la alteración de los ritmos circadianos y los trastornos del sueño.

Es decir, que una persona esté expuesta en exceso a fuentes luminosas durante la noche, puede ocasionarle ansiedad y nerviosismo, insomnio y cansancio y, como resultado, trastornos del estado de ánimo, según los datos de la conferencia internacional Artificial Light at Night 2021.

La vida en la Tierra necesita día y noche

En lo que se refiere al medio ambiente y a la biodiversidad, la contaminación lumínica también está presente. Alrededor del 65% de las especies animales «tienen hábitats nocturnos, por lo que, con la luz artificial estamos alterando su forma de reproducción, alimentación u orientación, entre otros”, expone Susana Malón, física, astrónoma y especialista en contaminación lumínica.

Los humanos han interrumpido el ciclo de luz y oscuridad de las plantas y los animales, elemento que está codificado en su ADN y que necesitan para vivir.

A consecuencia de esta situación, las especies animales sufren desorientación, trastornos de la rutina, desplazamiento a otros hábitats, desajustes en la cadena trófica o mortalidad. Esto hace que peligre el equilibrio de los ecosistemas.

Así mismo, una de las consecuencias más importantes ha sido la pérdida, en las dos últimas décadas, de alrededor del 75% de los insectos, según Alejandro Sánchez de Miguel, astrofísico en el Departamento de Calidad del Cielo del Instituto de Astrofísica de Andalucía.

A través del mapa interactivo Light Pollution Map podemos observar cómo se oscurece la visión del cielo estrellado y cuánta parte del planeta está afectada.

Medidas para frenar la contaminación lumínica

La contaminación lumínica, aunque sea una de las problemáticas más olvidadas, constituye un asunto importante en la lucha contra el cambio climático. Además de ser un factor de riesgo para la salud de los seres vivos, implica un derroche de energía que tiene graves consecuencias para el medio ambiente.  

Fuente: ifunny.co

Desde el apartado de Salud Pública del Ayuntamiento de Madrid comparten una serie de medidas que se basan en buenas prácticas de alumbrado, que podemos extrapolar a las pequeñas acciones del día a día:

  1. Iluminar de arriba hacia abajo. Si orientamos los focos correctamente, no envían la luz al cielo.
  2. Apantallar el haz de luz.
  3. Utilizar lámparas de bajo consumo. Debemos evitar las lámparas de vapor de mercurio o metales pesados y utilizar las de vapor de sodio a baja presión. Estas son las únicas con residuos inocuos.
  4. Utilizar dispositivos y medidas de ahorro.

Ante el desafío de la contaminación lumínica y la desaparición de las estrellas, desde Good4Good es recordamos que aún podemos cambiar el rumbo de nuestra relación con el cielo nocturno. Cada pequeño esfuerzo cuenta: desde apagar luces innecesarias hasta abogar por políticas de iluminación responsable. La oscuridad estrellada es un tesoro que merece ser preservado para las próximas generaciones.

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