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Convertir una máquina de guerra en una herramienta que salva vidas

Muchos han sido los inventos que, pensados y creados por y para la guerra, consiguen liberarse de la exclusividad de su uso con fines violentos y (ese concepto tan manido): reinventarse. Lo hicieron productos como las cremalleras, que hace un siglo decoraban sólo botas y chaquetas militares. Pero también lo hizo el acero inoxidable, usado primero para los cañones de armas y hoy para material quirúrjico, o las ecografías, que nacieron como tecnología de ultrasonido para ubicar submarinos enemigos.

Volvemos al concepto surrealista de Magritte: Ceci n’est pas une pipe. Si nos dejamos engañar por las imágenes, nos perdemos la realidad. La pipa no es tal, sino un cuadro con la imagen de una pipa. Un avión, para nuestro imaginario, no es ya una máquina para matar, sino un medio de transporte que nos permite conocer lugares lejanos un fin de semana cualquiera (cuando no estamos de cuarentena).

De esta forma parece poder reivindicar su imagen (y significado) el dron: esos vehículos aéreos no tripulados que nacieron para la Guerra, hace más de 100 años, pueden dedicarse a otras actividades menos lucrativas pero más provechosas. Y ya no a hacer entregas a tu balcón como prometía cierta empresa con nombre de selva, sino a algo más trascendental: salvar vidas. La herramienta cambia su discurso. Te contamos cómo funciona:

La entrega de material para salvar vidas en contextos humanitarios y de desarrollo se enfrenta a un gran número de retos

UNICEF

Los trabajadores sanitarios de regiones remotas y geografías complejas se enfrentan a grandes desafíos logísticos. Estos retos pueden, a veces, significar la interrupción en un cuidado de calidad a cientos de miles de niños y adultos.

La eficiencia en el transporte es también esencial para gestionar las cadenas de suministros sanitarios, en particular a la hora de mover sustancias sensibles a temperaturas, reponer medicamentos y entregar material de emergencia que salva vidas en contextos de ayuda humanitaria.

Y ante este gran reto, parece que una respuesta inesperada comienza a formarse: Drones que salvan vidas. Los vehículos aéreos sin piloto, la tecnología y servicios basados en drones, están demostrando la capacidad de entregar material para salvar vidas. Y, al hacerlo, la de generar beneficios sociales considerables. 

UNICEF y sus socios están explorando y analizando las capacidades de esta industria, y su viabilidad económica y dinámica. El objetivo es usar drones para alcanzar poblaciones que, de lo contrario, estarían incomunicadas en situaciones de necesidad. El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia ha creado varios programas de drones con el objetivo de comprender mejor las oportunidades que esta tecnología puede acarrear. La meta es crear un camino práctico para poder aprovechar esta tecnología con el fin de proteger y promover los derechos de los niños.

Los programas exploran una serie de aplicaciones, que incluyen: entrega y transporte de vacunas, mejora de conectividad en las comunidades de difícil acceso, y escaneo aéreo para mejorar la preparación y respuesta ante emergencias.

No confundamos imágenes con realidades: si cambiamos la forma de mirar, y creamos una nueva perspectiva, podremos construir un mundo muy distinto. Ya lo estamos haciendo. Ya vivimos en ese presente en el que un arma de guerra se convierte en la visión de un bebé gestándose en el vientre de su madre. Por eso trabajamos: por un futuro en el que un avión no tripulado signifique esperanza, vacunas, y vida.

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