El filósofo surcoreano Byung-Chul Han hace un llamamiento a abandonar la hiperactividad para recuperar el sentido de nuestras vidas. Practicando el dolce far niente, o lo que es lo mismo, el placer de no hacer nada.
Ya decía Aristóteles que solo a través de una vida contemplativa podemos alcanzar la felicidad.
Pero, ¿qué significa contemplar?
Desde la compresión aristotélica, la felicidad tiene que ver con la razón y la autorrealización. Vivir la vida de la mejor manera posible, siendo lo mejor que se puede, nos ayuda a ser mejores y en consecuencia sujetos felices.
Suena simple pero no lo es tanto.
Según Aristóteles, la felicidad es la realización plena de nuestra naturaleza. Logramos ser felices cuando entramos en contacto con el orden de la vida mediante la contemplación.
Así, nos corresponde ser justos, como a una semilla germinar o a un buen caballo ser veloz.
Las personas justas son felices, porque la justicia que hay en ellas está acorde con aquello que les corresponde ser por naturaleza: seres humanos que se relaciona bien con los demás.
La vida contemplativa y el botón de pausa
En su último libro, `La Vida Contemplativa´(Taurus, 2023), Byung-Chul Han propone dejar de pensar la vida en términos de rendimiento y atrevernos a pulsar el botón de pausa.
La hiperactividad ha absorbido totalmente nuestra existencia, generándonos un déficit culposo hacia todo lo que no sea una vida en términos de productividad contemporánea.
Los italianos, por ejemplo, sí que saben como detenerse. De allí su extendido concepto del dolce far niente, que no es más que encontrar la felicidad en el arte de no hacer nada. Esta forma de vida, transmitida de generación en generación, es mucho más profunda que detenerse a descansar o echarnos una siesta: porque no hacer nada, en realidad es hacer mucho.
Significa implementar nuestro propio sistema de edición, dejando de lado el ritmo acelerado y asfixiante de la vida cotidiana, para dedicar momentos a la introspección, la relajación, la conciencia de vivir el momento (Carpe diem), y en consecuencia poder acceder a instantes fugaces de felicidad, de esplendor, de inactividad positiva.
El placer de no hacer nada
De nuevo: pausar y contemplar.
Para Byung-Chul Han, la inactividad es un lenguaje que tiene su propia lógica, su propia arquitectura y filosofía, sin embargo no está bien vista en nuestra sociedad actual.
No obstante, debemos proponernos incorporarla en nuestras vidas, interrumpir el ruido estridente, y desde el silencio constructivo y ameno, dejarnos mecer en los brazos del dolce far niente.
El concepto filosófico que subyace en la vida contemplativa, no se trata de pereza ni de falta de ambición, sino de encontrar un equilibrio en la vida que abra ventanas para la creatividad y el conocimiento o reconocimiento de las cosa simples.
Se trata de cultivar una actitud de serenidad y dolcezza, que casi se convierta en un acto de resistencia contra la hiperactividad o la súper conectividad.
Es un recordatorio de que la felicidad no se encuentra únicamente en la acumulación de logros o en la ocupación constante, sino en la capacidad de disfrutar plenamente del presente.
Desde Good4Good, los invitamos a saborear a ratos la vida contemplativa, a encontrar una renovada apreciación por el dolce far niente y una mayor conexión con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.