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La buena hija vietnamita: El camino interior

La buena hija vietnamita Xuan Lan se ha convertido desde hace un tiempo en un referente muy válido para todos aquellos interesados en todo lo relativo al yoga y a la meditación. Sus vídeos en youtube y sus numerosas publicaciones en redes sociales (tan solo en su cuenta de instagram Xuan Lan Yoga
meditación&Bienestar @xuanlanyoga cuenta con más de setecientos cuarenta mil seguidores)
disfrutan de gran aceptación, y entre sus adeptos hay que añadir a su vez desde hace unas
semanas a un buen número de espectadores que han visionado en la plataforma Filmin su muy
recomendable documental Reset con Xuan Lan, la buena hija vietnamita, dirigido por Daniel San Román, una serie de
tres capítulos que se ha convertido en tendencia gracias al boca-oreja de quienes no paran de
recomendarla.

Fue precisamente viendo el tercer y último capítulo de la serie cuando ocurrió un hecho que me
llamó poderosamente la atención: en una sesión ceremonial llamada precisamente Light Portal
Ceremony que tuvo lugar en el retiro de México al que se desplazó Xuan Lan con todo su
equipo, asistimos a una experiencia que podríamos llamar “única”, en la que la protagonista del
documental se somete a unas prácticas de masaje sanadoras, y lo que en principio podría haber
constituido una sesión normal y corriente, se va convirtiendo de manera paulatina en un
acontecimiento transformador, y hasta cierto punto hasta un punto sobrecogedor, en el que
Xuan Lan, la buena hija vietnamita, exterioriza los males que le aquejan llorando a pleno pulmón eliminando sus
bloqueos, mientras se conecta con los guías espirituales que facilitaban este tipo de curación
extrema. Se trata de una escena que contrasta por su visceralidad e intensidad, comparada con
el tono suave y conciliador del resto de experiencias que va sumando en los retiros que visita;
una escena impactante que conmocionó a todos los que estaban allí y que trasciende la
pantalla.

Lo cierto es que esta especie de medio exorcismo inesperado (el mismo director de la serie ha
afirmado que alucinó con lo mágico de la alteración vivida en aquellos instantes) picó mi
curiosidad, preguntándome a que tipo de obstáculos se habría tenido que enfrentar Xuan Lan, la buena hija vietnamita, para que acabaran derivando en ese sollozo tan sincero y espontáneo. Y fue entonces,
buscando información al respecto, que me enteré de que en mayo del año pasado había
publicado en la editorial Grijalbo su propia biografía, titulada La buena hija vietnamita: Cómo
encontré mi propósito en la vida. Ella ya había puesto en circulación a través de la misma
editorial dos libros más con anterioridad, de carácter más práctico en cuanto al universo del
yoga se refiere: Mi diario de yoga y Yoga para mi bienestar, ambos con ediciones que
obtuvieron bastante éxito entre los lectores, pero ahora acometía la empresa de hablar de ella
misma y de su peripecia vital, así que me hice con un jemplar que ahora paso a comentar…
Y que les voy a decir, pues que el libro me ha encantado, y eso que de entrada me enfrenté a su
lectura desde una posición algo reacia, dado que mi labor profesional me lleva a manejar un
montón de títulos de autoayuda y biografías de medio pelo donde la franqueza del autor o
autora suelen brillar por su ausencia. Pero este no es el caso, pues nos hallamos ante un
ejercicio de honradez e integridad que nos va a sorprender para bien. Lo que me ha
encandilado desde sus primeras páginas es la naturalidad con la que la autora afirma sin rubor alguno que ella nunca ha sido una persona emocional, sobre todo en lo que se refiere
al contacto físico y sensitivo con los demás.

Para alguien que se dedica su tiempo y esfuerzos a tratar elementos espirituales, físicos y
mentales debe de haber sido duro abrir su propia biografía con este tipo de aseveración
rebosante de franqueza, pero a la vez nos deja entrever que no le van a doler prendas a la hora
de admitir los rasgos menos cómodos de su personalidad, y que si tiene que reconocer esta
inaccesibilidad inherente no va a tener problema en hacerlo. En páginas posteriores del libro
veremos como esta no será una confesión aislada sino que mantendrá este posicionamiento de
confianza plena hacia el lector en todo momento, lo que sin duda es muy de agradecer.
Ciñéndonos ya a la estructura de la obra en sí veremos como esta se organiza en tres bloques
cronológicos bien diferenciados, que corresponden a distintas etapas de la vida de la autora, y
que cada uno de ellos posee la particularidad de que viene acompañado de un ejercicio o
acción final en el que se nos invita a recrear algunas de las prácticas meditativas que a ella le
han ido sirviendo a lo largo de toda.su vida para alcanzar cierto equilibrio anímico, o como dice
la misma autora en un momento dado: “una mejor versión de sí misma”.
El primero de ellos nos induce a meditar caminando, tal y como ella y su abuela hacían en
algunas ocasiones en las que Xuan La, la buena hija vietnamita, cogía un berrinche y necesitaba un buen paseo por el parque
para así aminorar su estado de enfado. En el segundo se nos enseña a conseguir una
respiración profunda calmante (este ejercicio en particular lo he empezado a practicar desde
hace unos días y lo cierto es que viene de perlas para atenuar ansiedades diarias), mientras que
en el postrero se nos instruye en una práctica budista llamada meditación del amor
benevolente o Mettha Bhavana, en la que cultivamos activamente el amor benevolente hacia
todos los seres vivos. En él se nos habla de la importancia de la compasión y como debemos
desarrollar sentimientos positivos o por lo menos neutros hacia aquellas personas que
podemos considerar como tóxicas.

En cuanto a las tres partes o etapas vitales en que se divide el libro, llevan por título
respectivamente: Orquídea de primavera (significado en castellano del nombre Xuan Lan); En
camino y Vivir con sentido. Vaya por delante que aquí no vamos a destripar lo que se explica en
cada una de ellas, ya que la idea es la de no hurtar al lector la posibilidad de ir descubriendo por
sí mismo las claves por las que la autora se fue formando como persona, así como los caminos
que fue tomando en su peripecia vital hasta llegar a ser la figura relevante en la que se ha
convertido en la actualidad. Solo volver a incidir en el hecho de que acercarse a La buena hija
vietnamita vale mucho la pena, ya que la autora demuestra en todo momento tener los pies en
el suelo y no se detiene en ningún instante en sucesos tangenciales que nos pudieran apartar
de lo esencial que nos quiere llegar a transmitir.
El texto inicial contempla parte de la infancia de la autora, y nos explica como era su vida con
sus padres y su abuela en París, su lugar de nacimiento, así como el choque cultural que le
supuso el mantener un tipo de vida tradicional asiática junto a su familia confrontada a las
formas de vivir europeas con las que se encontró en los distintos centros de enseñanza donde acudió.

La segunda parte se centra en su estancia en Nueva York, lugar en el que tuvo que lidiar
con varios trabajos bastante estresantes y donde también empezó a tener contacto con el
universo del yoga, y su posterior traslado de domicilio a Barcelona, ciudad que le acoge
actualmente junto a su pareja, y donde fundó hace un tiempo el XLY Studio. No deja de ser
paradójico que sus inicios en la disciplina que a la postre le ha llevado a ser un referente no
fueran todo los sencillos que uno pudiera prever. En su primera clase de yoga, sin ir más lejos,
acabó con dolores de espaldas tras intentar emular las posturas de sus compañeros de clase.
Tampoco elude en ningún momento las circunstancias más peliagudas por las que tuvo que
pasar, algo que volverá a reproducirse en la última parte del libro, donde ya toma plena
consciencia de hacia donde quiere dirigir su vida profesional y comienza a ejercitarse como
profesora de yoga, aunque en este caso también nos indique que no se trató d e un camino
sencillo, dada la cantidad de horas y esfuerzo mental que tenía que dedicar para que le
compensara económicamente.

Si os acordáis comencé esta reseña haciendo alusión al motivo puntual por el que me apeteció
leer este libro. Si habéis llegado hasta aquí os proporcionaré la respuesta de si una vez
terminado pude conocer las razones que llevaron a Xuan Lan, la buena hija vietnamita, a pasarlo tan mal durante la ceremonia de sanación en México. Pues la respuesta es que creo que sí: En un pasaje del
primer episodio del libro Xuan hace alusión a que le ocurre algo parecido a Proust con su
magdalena. Se refiere a que posee una asociación cerebral con la memoria que se despierta por
una sensación determinada a través de los sentidos, y que evoca de inmediato un suceso
pasado de forma involuntaria.

Ella es de nacionalidad vietnamita, y tiene completamente aprehendido el hecho de que en sus
células no solo está su ADN y su genética familiar, sino también la reminiscencia del pasado de
sus ancestros. Y tener una abuela vietnamita que sufrió en sus carnes la guerra de Vietnam,
pues seguro que es motivo más que suficiente para que las generaciones posteriores hayan
hecho suyo a través de la cercanía biológica ese dolor de manera intrínseca. En otros párrafos
también comenta el carácter serio y sombrío de su abuela, y como de niña aprendió disciplina
por parte de ella, enseñanzas que más adelante le sirvieron a la hora de tomar algunas
decisiones importantes en su vida. Que ese dolor familiar heredado pudiera ser una de las
causas que la llevaron a explosionar durante aquella sesión no pasa de ser una mera teoría, y
seguramente habría que preguntarle a ella directamente por si nos quisiera dar esta u otra
explicación al respecto.

Para finalizar nos gustaría destacar un detalle que podría pasar desapercibido si no se lee
atentamente la obra. Nos referimos a algunas referencias bibliográficas que la autora ha
considerado como básicas en su formación espiritual y que pueden servir de complemeto
enriquecedor para todos aquellos que hayan disfrutado con este libro. Vamos a citar tres de
ellas a modo de ejemplo pero ya decimos que buceando entre líneas podemos encontrar
algunas más: Biografía del silencio: breve ensayo de meditación, de Pablo D´Ors (Galaxia
Gutenberg, 2020); La ira: el dominio del fuego interior, de Thich Nhat Hanh (Zenith, 2019) y
Cuando todo se derrumba: palabras sabias para momentos difíciles, de Pema Chödron (Gaia,
2022).

Autor Francisco Nieto

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