foto mujer en campo de girasoles

La Fuerza de… LA EXCELENCIA

Qué contestarías si te preguntasen, ¿te consideras, una persona exigente o una persona que busca la excelencia? Parece que lo políticamente correcto, es contestar ‘exigente’ o mejor aún, ‘yo soy muy exigente’, o al menos así es como se califica la mayoría de los clientes que vienen a un proceso de coaching

Al igual que a mis clientes, confieso que yo misma he enarbolado la bandera de la exigencia durante años, muchos años, demasiados quizá. Podría considerarse que, para mí, hacer todo perfecto, ha sido…podríamos llamarlo: la representación de un octavo pecado capital. No sabía que para practicar la excelencia sólo se requiere hacer las cosas lo mejor posible. Tan sencillo como eso: desarrollar la costumbre, el hábito, de poner todo tu empeño y tu esfuerzo en lo que haces, en función de tus habilidades y conocimientos.  Me habría ahorrado muchos problemas y quebraderos de cabeza si hubiese conocido mucho tiempo atrás el significado y las implicaciones de la distinción Excelencia vs. Exigencia.

>> “Para practicar la excelencia sólo se requiere hacer las cosas lo mejor posible”

Para un exigente, un error es un fracaso y una muesca profunda en la historia de su vida, en su propia identidad. Los errores son difíciles de asumir y más aún de aceptar. Un exigente cree: ‘soy lo que hago y siempre lo seré’. Busca la perfección y, al no encontrarla, su vida se convierte en una continua insatisfacción y frustración, pues nada está suficientemente bien hecho. No poder alcanzar los objetivos marcados, tal y como los tiene definidos, es una incesante fuente de sufrimiento para este tipo de personas. Las personas exigentes no se permiten fallar, pero tampoco aceptan que fallen los demás.

En el camino de la exigencia encontramos tensión, estrés, control, liderazgo unidireccional y jerárquico, escaso impulso para dar y recibir feedback. En definitiva: poca comunicación y falta de confianza. Al tener aversión al error, la persona exigente considera que es mejor refrenar la acción y, así evitar equivocarse. Un exigente se lo piensa mucho antes de actuar.

Ejemplo de exigencia lo tenéis en Whiplash (2014). La película de Damien Chazelle cuenta una historia en la que la vocación se convierte en pasión enfermiza: se muestra descarnadamente el dolor que puede provocar el esfuerzo y la ansiedad que puede llegar a generar la competitividad en estas circunstancias.

Whiplash (2014), Damien Chazelle

El profesor Raúl Martínez Aceña, de la Escuela de Música Creativa de Madrid, comentaba lo siguiente sobre Whiplash:

«Es una pena que en la película se deje de lado el objetivo más importante de la música, que es el disfrute, la comunicación y el esfuerzo por y con gusto«

La excelencia, por el contrario, está relacionada con aprender de los errores, con disfrutar del camino y no solo de la meta, con intentarlo con todas nuestras fuerzas y nuestro mejor saber. Al no considerar un error como un fracaso sino como un aprendizaje, el miedo a equivocarse es menor. De ahí que no suponga un problema correr riesgos y lanzarse a nuevos proyectos.

En el camino de la excelencia, encontramos mayor comunicación, liderazgo compartido y trabajo en equipo, aceptación de feedback, confianza, y más alegría y fluidez en las relaciones. Hay más cooperación que competición. Se trata de dar lo mejor de uno mismo y por tanto, ni se puede pedir más, ni hay resentimiento o frustración. 

>>“En el camino de la excelencia hay más cooperación que competición”

Para decidir moverse a lo largo de este camino, es necesario conocerse a uno mismo, cierta paz interior, quererse y cuidarse. Lo digo con conocimiento de causa. Mi trabajo me ha costado, pero en esta fase es en la que estoy (¡la del camino de la excelencia!). Sí, ya, ya sé que también desde el lunes 25 de mayo, en Madrid y en media España, estamos en la Fase 1 de la desescalada, ¡menuda palabreja! pero no estamos hablando de las fases de la vuelta a la nueva normalidad, sino del camino de la excelencia. Y os aseguro que en mi vida ahora disfruto de mayor bienestar, más tranquilidad, escucho más y mejor y aprendo todos los días.

Campeones (2018), Javier Fesser

Un ejemplo de excelencia en el mundo del cine, lo encontramos en Campeones (2018), de Javier Fesser, o Entrenador Carter (2005), de Thomas Carter. Ambas  películas tratan temas similares y el positivismo, trabajo en equipo, confianza, compromiso y respeto son valores destacados que animan e impulsan a disfrutar recorriendo el camino, hacia las metas propuestas dentro de un ambiente de crecimiento y aprendizaje constante. 

Incluyo este cuadro comparativo por si os ayuda a pensar sobre esta distinción y cómo os situáis respecto a los dos conceptos:

Fuente: ‘No es lo mismo’, Silvia Guarnieri y Miriam Ortiz de Zárate

¿Puedes contestar ahora a la pregunta del inicio? ¿Te consideras más bien excelente o exigente? Y lo más importante: ¿es así como te sientes bien?

Antonia Caballero Cano se define como “coach, economista, escuchadora, aventurera, privilegiada, agradecida, alerta, consciente, resolutiva y sociable”. Lleva años dedicada a “crear encuentros” y a aportar “bienestar a personas y equipos”. Sigue su Columna La Fuerza en Good4Good para continuar mejorando.

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