Cómo usar las palabras y cuáles elegimos para describirnos una situación provocará emociones que nos impulsen, nos generen interés y curiosidad, o que nos detengan y angustien.
Seguimos jugando con las palabras, ya que la semana pasada algunos me dijisteis que os quedasteis con ganas de más, tras leer la columna la Fuerza de las Palabras. A ver qué os parece el desarrollo de la distinción Problema vs. Reto.
Problema vs. Reto.
Como el resto de distinciones incluidas en el libro No es lo mismo, de Miriam Ortiz de Zarate, mi maestra, la diferencia entre problema y reto es fascinante. Cuando nos enfrentamos a una situación que no sabemos abordar, al menos en principio, solemos decir: “tenemos un problema”. Uyshhhh… Ya el mero hecho de utilizar la palabra problema nos incomoda, nos hace sentir mal. Puede aparecer sensación de miedo, angustia, impotencia, preocupación. Desde luego, es una contrariedad que se presenta ante nosotros.
La palabra problema tiene una connotación negativa innegable, y nuestras creencias nos conducen a que, cuando tenemos un problema, hay que encontrar su solución. Si ya nos sentíamos paralizados, incorporamos a la situación el hecho de que tenemos que buscar y encontrar la solución, the one and only.
¿De dónde viene esta creencia?
Pues… por ejemplo, ¿recordáis cuando os ponían ejercicios en los que había que sumar, restar, multiplicar o dividir? Esos ejercicios eran problemas y tenían una solución. Estas situaciones las vivimos en nuestra infancia: momento perfecto para que esa percepción de la realidad se vaya instalando en nuestro cerebro .
Sin embargo, si la palabra que utilizamos para describir esa misma situación es reto, la sensación es diametralmente opuesta. Si probáis a decir las dos palabras alternativamente en voz alta, comprobareis que tengo razón.
Decir “tengo un reto”, nos conduce a pensar en desafío, en tarea, en acción. Nos sentimos motivados a conseguir el reto y, sobre todo y muy importante: el reto puede tener varias soluciones. Y lo sabemos. Con este planteamiento, nos lanzamos en todas direcciones, a tope de creatividad, ávidos de enfrentarnos al reto en cuerpo y alma. La sensación que nos acompaña es positiva, motivadora, visionaria. Sentimos energía y en lugar de preocuparnos, nos ocupamos.
¿Por qué un atleta, que quiere mejorar su marca, es más probable que se diga “tengo un reto” a “tengo un problema”?
Sencillamente porque lo que quiere es mejorar, busca formas de hacerlo: bajando peso, entrenando más horas, cambiando de zapatillas, contratando un entrenador personal… Se le abren miles de opciones, porque eso es lo que quiere: inspiración, motivación, múltiples soluciones. Quiere sentir que lo puede conseguir y encontrar la forma que mejor se adapte a él para alcanzar su objetivo.
¿Por qué cuando estamos desanimados, y vemos el mundo en tonos grises y negro con los ojos medio cerrados, la palabra que se nos viene a la cabeza es problema?
Pues por dos razones:
- Porque sabemos la solución, pero no queremos afrontarla
- O bien porque no sabemos la solución, y tampoco queremos averiguarla
Tener un problema, nos bloquea, nos hunde, nos entristece y consume nuestra energía.
Tu cuerpo y tu expresión reflejan tu elección
En nuestro aspecto físico, la estatua y la expresión de la cara, se pueden apreciar claramente diferencias según la palabra que elijamos.
- Problema: encorva y empequeñece la postura del cuerpo, sentimos tristeza y preocupación, la piel se vuelve flácida y brazos tienden a caer.
- Reto: levanta y alarga el cuerpo, ojos abiertos y preparados para captar, mirada hacia arriba y hacia la izquierda buscando en nuestra experiencia pasada casos que nos puedan ayudar, brazos hacia delante, preparados para la acción, la piel se tersa y tonifica.
Jugar con las palabras afecta no solo a nuestras emociones, sino también a nuestro aspecto físico.
En la película española de Marcel Barrena 100 Metros (2016), basada en un hecho real, Ramón, el protagonista (Dani Rovira), es diagnosticado con esclerosis múltiple. Ramón podía haber calificado su situación como un problema, y por tanto vislumbrar la solución. Y aquí hemos acabado. Sin embargo, Ramón busca opciones, es resiliente, no se rinde, y su vida da lugar a una película. Ramón tiene, siente ante sí un reto.
Estado de alarma: ¿problema o reto?
El 14 de marzo de 2020, los españoles nos encontramos con una situación nueva, inesperada e incierta en nuestras vidas. Este es un ejemplo de plena actualidad y que hemos experimentado todos. Ante esta situación, algunos consideraron que el confinamiento suponía un problema y se dedicaron a sobrevivir. Mientras, otros lo afrontaban como un reto: cómo sacar el máximo provecho de esta situación única hasta el momento.
- Disfrutar de la casa, vivirla las 24 horas del dia.
- Compartir con la familia y hablar de temas con tiempo suficiente
- Conocer a los vecinos
- Ponernos al día con el cine
- Volver o empezar a cocinar
- Contactar con personas de las que, por falta de tiempo, nos habíamos alejado
- ……
¿Qué has vivido tú estos 98 días de Estado de Alarma? ¿Un problema? ¿O un reto?
Antonia Caballero Cano se define como “coach, economista, escuchadora, aventurera, privilegiada, agradecida, alerta, consciente, resolutiva y sociable”. Lleva años dedicada a “crear encuentros” y a aportar “bienestar a personas y equipos”. Sigue su Columna La Fuerza en Good4Good para continuar mejorando.