En la azotea de una piscina municipal en el elegante barrio parisino Le Marais se sitúa uno de los huertos urbanos que forman parte de una revolución en la producción de alimentos en la capital francesa. Encontrar lechugas, pimientos o fresas en la sexta planta de un edificio en un bullicioso distrito del centro de París puede resultar inusual. Pero esta extrañeza será momentánea. Los parisinos pronto se tendrán que acostumbrar a este punto de encuentro entre lo urbano y lo natural, ya que para final de año se espera que la ciudad cuente con 100 hectáreas de vegetación repartidas por toda su extensión. Este es el objetivo de Parisculteurs, una serie de proyectos dirigidos por el ayuntamiento, que buscan impulsar la llamada ‘agricultura urbana’.
Uno de esos proyectos es Agripolis, una empresa fundada en 2017. Solo Agripolis ya dispone de 10 huertas en funcionamiento o con planes de ponerse en marcha muy pronto.
No malgastamos nada
Pascal Hardy (fundador de Agripolis)
El sistema cerrado de la huerta evita el desperdicio de agua. Otro de sus puntos fuertes es que no se utilizan pesticidas. En temporada, los cultivos dan entre 20.000 y 30.000 piezas de frutas y verduras. “No malgastamos nada”, asegura Pascal Hardy, el fundador de Agripolis. Hardy es agrónomo y se adentró por primera vez en el mundo de la agricultura urbana en 2015 cuando comenzó a cultivar verduras en la terraza de su casa. “Mi motivación principal siempre ha sido cuidar el medio ambiente. Nuestras huertas son positivas para la biodiversidad y tienen muy poca huella de carbono”, apunta Hardy.
Agripolis va a abrir pronto una huerta en la azotea de Paris Expo Porte de Versailles, un importante centro de exposiciones. Su inauguración estaba prevista para el mes de abril, pero por el confinamiento, su apertura ha tenido que ser pospuesta. Finalmente, a finales de junio se pondrá en marcha y será la huerta urbana más grande del mundo. Contará con 30 especies vegetales diferentes y producirá unos 1.000 kg de productos al día en temporada alta.
Los visitantes podrán hacer tours guiados, disfrutar de una comida en la zona restaurante e incluso alquilar pequeñas parcelas de tierra.
Los productos de estas huertas se venderán también en numerosas tiendas y restaurantes de la ciudad. Uno de los retos del proyecto es intentar reducir el coste final de las piezas. Hardy confía en que el avance tecnológico ayude al abaratamiento. No obstante, a pesar del precio, mucha gente ya está preguntando por los productos de Agripolis y pidiéndolos en los comercios. Unos céntimos de más quizá no sea tanto si se tiene en cuenta todo el bien que estas huertas hacen al medio ambiente y lo mucho que respetan el propio producto.