Para comprender la suerte que tenemos actualmente de poder expresar nuestras ideas, defenderlas sin miedo a reprimendas, y que estas sean escuchadas, necesitamos conocer la historia que nos precede. Necesitamos entender que aquellos que lucharon por nuestros actuales privilegios sufrieron duras consecuencias. Por ejemplo, en la lucha por conseguir un sufragio universal que permitió a las mujeres votar.
La seguridad que se adquiere cuando se sabe que los actos están hechos con buena voluntad.
El voto femenino no fue posible en España hasta 1931, aunque su reivindicación comenzó casi un siglo antes. Esto demuestra que fue un camino largo y costoso. Las sufragistas no tenían la opción de alzar su voz públicamente, y por ello debían reunirse en lugares secretos. Entre unas pocas, expresaban sus ganas de cambiar todo aquello que consideraban injusto.
Y cuando por fin su alegato se escuchaba por las calles, reivindicaban sus derechos con seguridad. La seguridad que se adquiere cuando se sabe que los actos están hechos con buena voluntad. Millicent Fawcett, líder del movimiento sufragista en Inglaterra durante 50 años, basaba su reivindicación “en la creciente conciencia de que nuestra demanda es de justicia y de sentido común”.
El ejemplo del sufragio femenino es muy vistoso para comprender que, luchando, se consigue aquello que se desea. Y partiendo de ese punto, de la imposibilidad de reclamo de nuestros antecesores, entendemos que diariamente se abren miles de oportunidades para cambiar aquello que no consideramos justo.
La reivindicación: la importancia de los ejemplos cercanos
En muchas ocasiones, nos vemos atados a situaciones que no nos aportan ningún beneficio. Nos estancamos por la tendencia a pensar que no podemos hacer nada al respecto; y no es así: podemos utilizar la reivindicación en nuestro favor. Para usar esta poderosa herramienta, se necesita ambición.
Otro ejemplo más reciente, y que también muestra cómo la lucha de las mujeres mueve montañas, es el de Susana Estepa. Una mujer de armas tomar y con unas agallas monumentales. Sus ganas de cambiar todo aquello que no fuera justo hicieron que consiguiera formar parte de las grandes tomas de decisiones en el mundo de la automoción española. Así, se convirtió en la primera mujer secretaria general de una sección sindical en el sector del automóvil. La importancia de este logro recae, en parte, en que rompe con todos los estereotipos preexistentes, carentes de sentido.
Yo he tenido la suerte de que este ejemplo de superación y de empoderamiento femenino me toque de cerca, al ser Susana mi tía. Y creedme: ver que ella pudo es una motivación constante. En mi anterior artículo, ya utilicé esta frase: “si otras personas lo consiguen, ¿por qué no voy a poder conseguirlo yo?” Es casi un mantra.
Es hora de ver cómo podemos aplicar estos grandes ejemplos a nuestra vida cotidiana.
La reivindicación consta de una serie de factores implícitos
• Conocimiento sobre los antecedentes
• Planificación y organización
Depende de lo que pretendas conseguir, este punto puede ser más elaborado o no. Es decir, quizás necesitas a personas que apoyen tu lucha, entonces, debéis poneros de acuerdo; o quizás solo necesitas plantarte en el despacho de tu jefe y pedirle ese ascenso, el cual llevas soñando meses.
• Asertividad
Este puede que sea uno de los puntos más importantes. La asertividad es la habilidad social que consiste en conocer los propios derechos y defenderlos, respetando a los demás. O sea, no podemos pretender buscar la justicia o el cambio si a su vez estamos pisando la lucha de otros.
• Saber estar y saber comunicar
Captamos mejor el mensaje que alguien nos transmite cuando este es claro y conciso. Por ello, debemos utilizarlo en nuestro favor; con la seguridad de la que hablaba antes, lograremos transmitir ese mensaje.
• La confianza
Aunque pueda parecer irrelevante, es fundamental, tanto si la meta es personal o si contamos con más personas. Se debe confiar en la lucha para que esta se cumpla.
Hay mil ejemplos para comprobar que la reivindicación da resultados pero, si comenzáis confiando en vosotros mismos, todo lo demás irá rodado.
Soy Aymara Rivero. Estudio Bachillerato y me defino como entusiasta, risueña, positiva, extrovertida, analítica, reflexiva, amante del arte y los viajes. Mis sentidos siempre están atentos, por si puedo aprender algo nuevo.