La cuarentena mundial nos ha dejado a merced de los medios de entretenimiento. Con las relaciones sociales a distancia, las calles desiertas y los lugares de ocio cerrados a cal y canto, las opciones para nuestras horas de entretenimiento se han visto muy limitadas. Quizás haya sido buen momento para escribir esa novela de la que siempre hablaste; aprender, (¡por fin!) a tocar la guitarra o pasarse Netflix, desde la primera serie hasta la última película. Pero, por qué no, quizás ha sido el momento más indicado para sumergirse en las profundas historias de los mejores videojuegos.
Entre el inmenso abanico de posibilidades que nos ofrece la industria, queremos destacar la última entrega de Rockstar. El verano pasado fue estrenada la consecución de la saga Red Dead. Se trata de una aventura de forajidos ambientada en el no tan idealizado Oeste estadounidense, donde la búsqueda de la más profunda identidad individual y colectiva está tan presente como los duelos al sol abrasador o las persecuciones a caballo desbocado. En G4G lo hemos jugado durante la cuarentena y nos gustaría destacar esta historia por la moralidad que desprende. Porque el bien lo hacemos porque es innato a nosotros y además lo hacemos sin buscar nada a cambio.
Kant en el lejano oeste
Inmanuel Kant fue un filósofo alemán de principios del siglo XVIII que unió las corrientes filosóficas enfrentadas que imperaban en su tiempo. Ambas debatían el origen del conocimiento; el racionalismo aseguraba que la verdad provenía de la razón humana y el empirismo fundamentaba los conocimientos a través de nuestra percepción, es decir, a través de nuestros sentidos. Kant aseguró que ambas capacidades tomaban parte en la adquisición del conocimiento humano. Pero no se quedó ahí, también aseguró es que había ciertas condiciones innatas a todos. Una de ellas era el imperativo categórico. Red Dead Redemption II explora esa condición innata por la que somos capaces de entender el bien y realizarlo sin pretender conseguir algo a cambio.
Arthur Morgan solo conoce la vida fuera de la ley. Delinque porque las leyes humanas son corruptas. Persigue una visión natural, romántica e idealista que el resto de la sociedad nunca entenderá. Pero de robar un banco a asesinar a sangre fría hay un largo trecho. A lo largo de la trama, Arthur experimenta en su propia piel las consecuencias de sus actos delictivos, y nosotros, los jugadores sentimos el peso de esa condición sobre nuestras espaldas. El protagonista comprende que solo alcanzará la libertad con la que siempre había soñado a través de la bondad, en otras palabras, acaba siendo la personificación del imperativo categórico de Kant. Es bueno con los demás de forma desinteresada, no quiere alcanzar un fin ni necesita una recompensa, solo la redención.
En G4G luchamos por un mundo mejor y qué hay mejor que conocer nuestra capacidad innata de hacer lo justo para alcanzar la paz. Busquemos el bien como Arthur, el bien por encima de nuestro interés personal. Solo así alcanzaremos la libertad.