Hace siete años, Redonda, una isla volcánica en el mar Caribe, se asemejaba a la superficie de la luna: un terreno polvoriento, cubierto de escombros y estéril. La isla, parte de Antigua y Barbuda, había sido anteriormente objeto de explotación para la extracción de guano, un fertilizante derivado de excremento de aves marinas.
Sin embargo, las operaciones mineras en Redonda cesaron alrededor del inicio de la Primera Guerra Mundial, y cuando los mineros se retiraron, dejaron tras de sí una herencia de ratas y cabras que, a lo largo de las décadas siguientes, devastaron la vegetación de la isla. Este proceso provocó deslizamientos de rocas y tierra hacia el mar, lo que resultó en daños a los arrecifes y las praderas marinas, convirtiendo la isla en un lugar peligroso para aventurarse.
Un esfuerzo de restauración audaz
Luego, en 2016, los conservacionistas comenzaron a eliminar las ratas y las cabras para restaurar la isla. En primer lugar, utilizaron un rodenticida para eliminar las ratas sin dañar la biodiversidad. Luego, capturaron y transportaron la pequeña población de cabras en helicóptero fuera de la isla, la mayoría de las cuales estaban muriendo de hambre debido a la falta de alimento en Redonda.
Una vez que estas especies invasoras desaparecieron, Redonda experimentó una transformación asombrosamente veloz. Árboles y plantas autóctonas comenzaron a renacer, y aves marinas como los piqueros pardos (Sula leucogaster) y los pájaros tropicales de pico rojo (Phaethon aethereus) repoblaron la isla. Según los expertos en conservación involucrados en la restauración de Redonda, la población del dragón terrestre de Redonda (Ameiva atrata), una especie en peligro crítico y endémica, ha aumentado trece veces desde 2017.
Redonda: el nacimiento de una reserva ecológica
Tras la exitosa restauración de Redonda, según el medio Mongabay, el gobierno de Antigua y Barbuda anunció este mes la creación de la Reserva del Ecosistema de Redonda. Esta reserva abarca casi 30,000 hectáreas (74,000 acres) de tierra y mar, un área que equivale a una cuarta parte del tamaño de Roma, e incluye no solo el terreno de la isla, sino también las praderas marinas y los arrecifes de coral que la rodean.
Arica Hill, directora ejecutiva del Grupo de Concienciación Ambiental de Antigua y Barbuda (EAG), una organización no gubernamental con sede en Antigua y Barbuda que participó activamente en el proceso de restauración, considera que el establecimiento de esta reserva representa un «sólido punto de partida» para futuras iniciativas de conservación en el Caribe, una región que se enfrenta al desafío de las numerosas islas afectadas por especies invasoras.
Un enfoque respaldado por la ciencia
La historia de Redonda es un claro ejemplo de cómo la restauración y la erradicación de especies invasoras pueden transformar un paisaje y revitalizar un ecosistema. Este logro es una fuente de esperanza para la conservación en el Caribe y en todo el mundo, resaltando la importancia de la colaboración entre la comunidad local, las organizaciones de conservación y los gobiernos.
A medida que Redonda florece nuevamente, se vislumbra un futuro prometedor para esta pequeña isla caribeña y un renovado compromiso con la preservación de nuestro entorno natural. Esto demuestra que, a pesar de los desafíos, la restauración y la conservación son posibles, y cada esfuerzo contribuye a la protección de nuestro valioso patrimonio natural.