En el árido nordeste de Brasil, donde la sequía y la desertificación han marcado la vida de millones de personas, una solución sencilla está marcando la diferencia: cisternas que recogen agua de lluvia.
Este proyecto, impulsado inicialmente bajo los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva, ha vuelto a tomar fuerza tras años de abandono. Con el regreso de Lula al poder, Brasil está revitalizando esta política clave en su lucha contra la sequía y la desertificación.
Lucha contra la desertificación: un desafío global y local
La desertificación es un problema que afecta a todo el planeta, con 100 millones de hectáreas de tierra productiva perdidas cada año.
En Brasil, uno de cada cinco municipios está en riesgo. La región de la Caatinga, hogar de unos 30 millones de personas, es particularmente vulnerable.
Los primeros gobiernos de Lula reconocieron esta amenaza y respondieron con la instalación de un millón de cisternas en la región. Este programa no solo ayudó a combatir la sequía, sino que también frenó el éxodo rural en esta área.
Durante la presidencia de Jair Bolsonaro, el programa de cisternas fue abandonado, sin que se invirtiera en su mantenimiento o expansión. Sin embargo, con el regreso de Lula al poder, el gobierno ha retomado la iniciativa, planeando la instalación de 130,000 nuevas cisternas entre 2023 y 2024.
Esta reactivación del programa ha sido recibida con entusiasmo por las comunidades locales. Ven en Lula y en figuras como la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, una esperanza renovada.
Una visita crucial: autoridades y comunidad unidas por el cambio
Recientemente, Marina Silva, junto con representantes de la ONU, visitó la comunidad de Malhada da Areia para conocer de primera mano los proyectos de recuperación de tierras.
Durante la visita, los residentes aprovecharon para expresar sus preocupaciones y demandas. Destacan la necesidad de continuar con los proyectos de apoyo y el reconocimiento oficial de sus tierras ancestrales.
La visita también marcó un momento de orgullo para la comunidad, que siente que sus esfuerzos por mejorar su entorno y sus vidas están siendo reconocidos a nivel internacional.
La estrategia de las comunidades ha cambiado: ya no combaten la sequía, sino que han aprendido a convivir con ella.
Gracias a las cisternas, han cercado tierras para permitir la regeneración natural de la vegetación. Esto ha traído consigo el regreso de especies animales y vegetales autóctonas. Este enfoque sostenible no solo ha mejorado el entorno natural, sino que también ha permitido diversificar la dieta y mejorar la salud de los residentes.
Mirando hacia el futuro: Brasil y la Alianza Internacional contra la sequía
A pesar de los avances, la llegada de la prosperidad ha traído consigo nuevos desafíos, como el aumento de enfermedades relacionadas con la dieta, como la diabetes y la hipertensión, debido a la proliferación de alimentos ultraprocesados.
Además, las comunidades están embarcadas en nuevos proyectos, como la construcción de una iglesia católica, financiada con esfuerzo comunitario.
Con su inclusión en la Alianza Internacional para la Resiliencia a la Sequía, Brasil busca no solo enfrentar sus propios desafíos de desertificación, sino también compartir sus experiencias y soluciones con otros países.
Este enfoque colaborativo ofrece la esperanza de que, con el esfuerzo conjunto, sea posible mitigar los efectos devastadores de la sequía y construir un futuro más sostenible y resiliente.