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Solo la vacuna equitativa salvará al mundo de la Covid-19

El Centro para la Innovación Global de la Salud de la Universidad de Duke vaticina que no habrá dosis de la vacuna contra la Covid-19 para todo el mundo hasta el año 2023. Este hecho ha desatado un “sálvese quien pueda” o más bien “sálvese quien tenga”. Los países ricos tienen la capacidad adquisitiva para comprar y los países pobres se están quedando atrás.

Un programa por la equidad

La Organización Mundial de Salud desarrolló el programa COVAX para permitir el acceso mundial a la vacuna contra la Covid-19. Su intención es que no importe el poder adquisitivo de cada nación. El acceso equitativo a la vacuna era la intención. Y, como objetivo, hacer que todo aquel que la necesite, la tenga.

El 24 de julio de 2020 la OMS publicó la iniciativa. Sabían que, cuando llegase el momento, la competencia sería extrema. Y la OMS asegura, aseguró y asegurará que nadie estará a salvo hasta que todos lo estemos.

Fuente: Organización Mundial de la Salud

La esencia de COVAX era acelerar los procesos de creación de la vacuna en cooperación internacional. Pero también, debían garantizar el acceso universal y equitativo a la vacuna contra la Covid-19. Y eso, lamentablemente, hoy no está pasando.

La intención del programa pasaba porque los países ricos donasen parte de las dosis que adquiriesen a los países sin el suficiente poder adquisitivo. COVAX, en enero de 2021 ha proporcionado un total de 0 vacunas.

Entre los países con un menor índice de desarrollo humano, solo uno de ellos ha conseguido vacunar: Guinea. Las vacunas que ha puesto han sido donadas por Rusia, en concreto se trata de la Sputnik, y han administrado un total de 25 dosis. Solo 25. En un país de 12’4 millones de personas.

Competición por la vacuna

No se trata de qué país va más rápido respecto a la vacunación. Se trata de que el mundo esté protegido contra la Covid-19. Por ello, todos debemos concienciarnos.

Hemos hablado del caso de Israel. Está resultando ser un ejemplo en el proceso de vacunación. Efectivamente, y a pesar de las ventajas y administraciones dinámicas que pueda tener ese país, ya os lo estáis imaginando, ¿verdad? Tiene más quien más paga. Y el país que más vacuna del planeta también paga el doble por cada dosis de las vacunas de Pfizer y Moderna. Israel paga 47 dólares por cada dosis frente a los 19’50 dólares que paga EE. UU. o 14’7 en Europa.

Como se puede observar la vacuna casi se está convirtiendo en un bien de lujo. Y la previsión no halagüeña. Los precios de la vacuna seguirán oscilando así hasta que la competencia crezca o las farmacéuticas obtengan beneficios. Pero y pese a que el mercado se haya impuesto, aún estamos a tiempo de ser solidarios.

Esperanza por la vacuna mundial

António Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas asegura, apesadumbrado, “que la ciencia habrá triunfado, pero la solidaridad está fallando”. La vacuna está aún a tiempo de ser un bien mundial y perteneciente a la gente y no a los más adinerados. Para ello, Guterres asegura que países y organizaciones deben priorizar el apoyo financiero y logístico al programa COVAX para garantizar una distribución justa de la vacuna. Al evitarlo, lo único que las naciones consiguen es aumentar la demanda y, por ello, los precios.

Sin embargo, hay esperanza. COVAX está prácticamente listo para hacer eso para lo que nació. El programa ha recibido 2000 millones de vacunas y espera otros 1000 millones más. Y, además, Tedros Adhanom Gebreyesus, director general de la OMS, ha lanzado un desafío: para el 7 de abril, el Día Mundial de la Salud, las vacunas contra la Covid-19 ya se deben estar administrando en todos los países del mundo. Este logro sería un símbolo de esperanza y no solo como indicativo de que el fin de la pandemia se acerca, sino también de que en el mundo hay solidaridad.

Es indispensable que los países se comprometan a compartir las dosis excesivas de vacunas porque esto ayudaría a inmunizar pronto a todo aquel que lo necesite. Y, por otro lado, deberíamos priorizar la vacunación de las personas que se exponen al virus, como sanitarios y personas de alto riesgo y avanzada edad. En todo el mundo, independientemente del nivel adquisitivo de cada nación.

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