¿No os resulta ya cansino oír, u ¡oírte decir!, una y otra vez “estoy muy liado”, “no tengo tiempo”, “imposible”…? ¿Y os habéis dado cuenta de que suelen ser las mismas personas las que viven estas situaciones continuamente?
Cuidarme. Mi tiempo, mi espacio, mi silencio o mi bullicio, mi paseo o mi baño de espuma, mi libro, mi copa de vino o mi taza de café, mi canvas en blanco y mis pinceles… Ahora: un rato para mí.
«No conozco la clave del éxito, pero la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo.»
– Woody Allen
A veces me ha surgido la duda sobre si mis hijos podrían considerar que les abandonaba si los dejaba un rato en casa con su padre mientras yo me retiraba a tener un rato para mí. No tardé en darme cuenta de que, lejos de considerarlo un abandono, para ellos lo que supone esta acción es un modelo de vida.
Tenemos la falsa creencia de que cuando nos dedicamos tiempo a nosotros mismos somos egoístas, pero si releéis la frase del párrafo anterior, puede que estéis de acuerdo con mi reflexión y ya no os parezca tan egoísta, ¿verdad? Algo de cierto hay en ella, incluso podríamos decir: mucho de cierto.
>> “Tenemos la falsa creencia de que cuando nos dedicamos tiempo a nosotros mismos somos egoístas”
Los domingos por la mañana, a mi primo Franci no le cuesta madrugar. Salvo en estos días de confinamiento por la pandemia del COVID-19, no hay razón que le pueda impedir montarse en su yegua Peregrina, ir a buscar a su amigo José y dar un largo paseo juntos, que irremediablemente acaba en el Bar de Pepe, donde toman café solo con mucha azúcar. Eso es lo que yo llamo un ejemplo de un rato para mí.
Las prácticas de mindfulness, yoga, meditación, leer, pasear… suponen momentos de desconexión en los que baja la presión en nuestras cabezas. Es grato y relajante, pero no a todos nos gusta practicar estas actividades, no son las únicas que nos permiten tiempo de calidad para nosotros.
Un ratito para mí, lo veo también en mi amigo Pedro. Un hombre fuerte, de voz recia, barbilla levantada, seguro de sí mismo y hechuras…extensas. Un día le anunciaron que su salud se estaba perjudicando y debía bajar de peso. No hizo falta más. Desde ese día, tiene la rutina diaria de, a las seis de la mañana, antes de salir para el trabajo, hacer una hora de bicicleta estática. Su cuerpo ha cambiado, su salud ha mejorado y él se siente ágil y feliz. Ya no hace bicicleta para adelgazar, sino por puro placer. Esa hora, es para él.
Por mencionar a algún famoso, que no me gusta mucho, pero puede ayudar, Bill Gates lee una hora todas las noches, aunque se acueste tarde; Barack Obama no perdonaba sus citas con el baloncesto y sus amigos; Richard Branson (Virgin), se levanta a las cinco de la mañana, esté donde esté, para tener tiempo para él antes de adentrarse en los negocios; Oprah Winfrey, se dedica 20 minutos de meditación diarios antes de lanzarse al día.
Puede que no tan famoso como los anteriores, pero sí persona de éxito, sin duda, mi amigo Fernando. Para cuando empieza su jornada laboral, ya ha corrido 10 km como mínimo y hecho ejercicio con su entrenador personal. Así se conserva saludable, lleno de energía y siempre sonriente. Algo tendrá esto de madrugar y hacer ejercicio, ¿no?
El tiempo que reservamos para nosotros:
- Nos hace sentirnos bien. Es tiempo valioso que nos dedicamos y tratamos de aprovechar, ya sea con una actividad que nos interese o en silencio en una envolvente quietud, descansando.
- Aumenta la autoestima. Hemos tomado la decisión de dedicarnos ese tiempo y, si lo convertimos en hábito, generamos sensación de seguridad y de que nosotros también somos importantes y nos merecemos ese disfrute.
- Alarga la vida. Reservando tiempo para nosotros, nos cuidamos y ese cuidado revierte en nuestra salud física y mental, en el estado de ánimo y en la generación de energía que utilizar en nuestro provecho o en el de los que nos rodean.
No olvidemos además que nuestras acciones, costumbres y hábitos son un ejemplo para nuestro entorno, y que más vale una acción que mil palabras, ¿era así, verdad? ‘Haz lo que yo haga y no lo que yo diga’,…me he liado, pero se me entiende, ¿cierto?
Antonia Caballero Cano se define como “coach, economista, escuchadora, aventurera, privilegiada, agradecida, alerta, consciente, resolutiva y sociable”. Lleva años dedicada a “crear encuentros” y a aportar “bienestar a personas y equipos”. Sigue su Columna La Fuerza en Good4Good para continuar mejorando.