Serena Williams, dejará el tenis tal y como lo jugó: en sus propios términos. Williams aportó un estilo único, desafiando las normas que rigen la moda, el poder, el decoro, la apariencia y el género.
Al ser ella misma, el alcance de Serena superó con creces el de su juego y eso que cuenta -hasta hoy- con 23 Grand Slams, uno menos que Margaret Court, el máximo alcanzado en la historia por tenista alguno.
Su próxima cita será en la edición de 2022 del US OPEN. Podría ser la última vez que veremos competir a este torbellino, que no ha dejado un solo ángulo de las pistas mundiales sin el deslumbrante rebote de su potente e inteligente pelota.
Pero más allá de su talento extraordinario y de su capacidad de trabajo, dentro y fuera de la cancha, Serena Williams ama el tenis.
Y lo ama con belleza y con lágrimas.
En 2017, ya con dos meses de embarazo de su pequeña Olimpia, alzó en el cielo de Melbourne su GS #23 al ganarle a su hermana Venus la final del Australian Open, lo cual hizo de la ocasión un momento único, emotivo y cómplice, muy característico de las hermanas Williams.
Además, es una furiosa defensora y activista de los derechos de la comunidad afroamericana y una feminista elocuente que apoyó la campaña de la Asociación de Tenis Femenino (WTA) por la igualdad salarial.
En 2016, fecha en la que ganó su séptimo Wimbledon, venciendo a la alemana Angelique Kerber e igualando los títulos de Steffi Graf, la vimos empuñar su vencedora muñeca en homenaje al icónico “Saludo del Poder Negro” que hiciera John Carlos en los Juegos Olímpicos de 1968.
Serena nos ha regalado unos años fascinantes desde que jugó por primera en 1995 en el Bell Challenge, un torneo ya desaparecido en la ciudad de Quebec. Tenía 14 años.
Desde entonces se ha dedicado en cuerpo y alma al tenis. Ya a esa edad, con un sonriente y hermoso rostro infantil, comenzaba a mostrar el carácter y la personalidad. Dos años más tarde la convertirían en Serena, la fenomenal.
La prueba de ello podemos verla en un episodio de 1992 del programa Trans World Sport. En este, junto a su hermana Venus, brillantes con sus rostros alegres y pícaros, la mini Serena -con apenas 11 años de edad- responde a la pregunta:
-Si fueras tenista, ¿a quién te gustaría parecerte?
-Me gustaría que los demás fueran como yo
Serena Williams
El Método Williams y King Richard
Está claro que Richard Williams, su padre, desató en ella una confianza sin límites que en los últimos años Serena ha intentado inculcar a todas las jóvenes del mundo.
El premiado biopic King Richard, relata la historia de superación de dos de las mejores tenistas de la historia y de Richard Williams, su primer entrenador quien, con una determinación terca y fehaciente, trazó un plan infalible para que sus dos pequeñas, a quienes llevó de un barrio de Compton en California a las exclusivas pistas de Wimbledon, se convirtieran en leyenda.
Exceptuando la secuencia final, en la película no vemos las proezas tenísticas de las dos hermanas, pues para eso ya está la vida y están las canchas, los trofeos, los torneos.
Y aunque King Richard es la historia del “Sueño Americano”, quizás su mayor virtud consiste en no ceder completamente la narrativa y de visibilizar las arraigadas estructuras de clase y racismo institucional que, a priori, habrían impedido que una niña afroamericana, de los barrios bajos de California, se convirtiera en una gran campeona.
La despedida
En una reciente entrevista publicada en Vogue, Serena hizo una aguda reflexión sobre su carrera y el dolor que le produce abandonar las pistas de tenis.
Creéme, nunca quise tener que elegir entre el tenis y mi familia. No creo que sea justo. Si yo fuera hombre, no estaría escribiendo estas líneas; estaría allí afuera compitiendo, mientras mi pareja hace el complicado trabajo físico de ampliar nuestra familia. Sería más un Tom Brady, si tuviera esa oportunidad.
Pero no me malinterpreten: me encanta ser mujer y amé cada segundo de mi embarazo. Fui una de esas mujeres pesadas que adoran estar embarazadas y que trabajan hasta el último minuto. Pero este mes cumplo 41 años y algo tiene que ceder…
Serena Williams
Serena confiesa sentirse dividida y casi incapaz de leer las reseñas sobre su retiro; pero al mismo tiempo se encuentra lista para lo que viene.
Parte del legado de Serena se puede ver en las gradas de sus partidos, donde los espectadores están entre los más diversos del tenis. Porque más allá de sus hazañas tenísticas, Serena Williams ha ganado la batalla a la uniformidad, sacando del armario todos los prejuicios con una pasión titánica y un corazón que apaga el ruido de los más fervorosos aplausos.
Gracias, Queen, te vamos a extrañar.
Nathalia Manzo