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¿Cómo impacta la alimentación en la depresión?

¿Cómo impacta la alimentación en la depresión?

La depresión, reconocida como el principal trastorno mental a nivel mundial por la
OMS, afecta a aproximadamente el 5% de la población adulta en todo el mundo. Más
allá de los factores genéticos y psicosociales, diversos estudios sugieren que la dieta
juega un papel crucial en la patología de esta enfermedad. En este artículo, nos
sumergiremos en algunos de sus desencadenantes, abordándolos de manera accesible
pero con la seriedad que merece este tema.

Inflamación y elección alimentaria

La respuesta inflamatoria surge como un actor clave en la depresión. Moléculas
mediadoras generadas durante este proceso influyen en la actividad cerebral y la
regulación emocional. Investigaciones, como el Nurses’ Health Study, revelan que una
dieta rica en verduras, frutas, cereales integrales, pescado y legumbres se asocia con
niveles bajos de marcadores inflamatorios. En contraste, una dieta caracterizada por
carne roja, carbohidratos refinados y alimentos procesados, se vincula a niveles
elevados de dichos marcadores.

Estrés oxidativo y alimentacion antioxidante

El estrés oxidativo, vinculado al daño cerebral, también juega un papel en la depresión.
Consumir alimentos ricos en antioxidantes, como frutas, verduras, aceite de oliva y
frutos secos, puede contrarrestar este efecto. Polifenoles presentes en hierbas,
especias, frutos rojos, té verde, frutos secos y vino tinto, ofrecen propiedades
antioxidantes adicionales.

Microbiota intestinal: vínculo entre dieta y salud mental

La microbiota intestinal, interactuando con los alimentos, regula mecanismos
asociados a la depresión, como la inflamación. Estudios sugieren que probióticos y
prebióticos pueden mejorar la salud intestinal, reduciendo la inflamación y la
depresión.

Resultados del Estudio MooDFOOD

MooDFOOD es un consorcio multidisciplinario que cuenta con la participación de 13
organizaciones en 9 países europeos y ha llevado a cabo investigaciones exhaustivas
desde su inicio en 2014. Este proyecto integral ha reunido a expertos en nutrición,
psicología preventiva, comportamiento del consumidor y psiquiatría con el objetivo de
explorar el potencial de la alimentación en la prevención de la depresión.

Durante este periodo se ha planteado por alcanzar los siguientes objetivos:

1.Obtener una comprensión más profunda de las vías psicológicas, de estilo de
vida y ambientales que vinculan la ingesta de alimentos, el estado nutricional,
el comportamiento alimentario y la obesidad con la depresión.

2.Desarrollar y difundir estrategias nutricionales basadas en evidencia, factibles,
efectivas y sostenibles para la prevención de la depresión clínica.

3.Transformar estas estrategias nutricionales en pautas y crear herramientas
prácticas para guiar las políticas en la Unión Europea y en los Estados
miembros.

En el periodo entre 2014 y 2018, el estudio exploró la conexión entre alimentación,
conductas alimentarias y depresión en 9 países europeos y los hallazgos principales
fueron:

Prevención de la depresión: Una dieta saludable, con un énfasis en frutas,
verduras, pescado, cereales integrales y una reducción en el consumo de carnes
rojas y procesadas, puede contribuir a la disminución de los síntomas
depresivos en la población general. Además, la pérdida de peso en personas
con obesidad se mostró beneficioso.

Tratamiento de la depresión: Adoptar una dieta saludable demostró mejoras en
los síntomas en pacientes con Trastorno Depresivo Mayor (TDM). El uso de
suplementos de omega-3, junto con antidepresivos, también se destacó como
un enfoque beneficioso.

Estos resultados resaltan la importancia de la alimentación en la salud mental y
proporcionan pautas valiosas para la prevención y el tratamiento de la depresión.

Estudio longitudinal: dieta proinflamatoria y riesgo de depresión

Un estudio longitudinal en adultos mayores españoles reveló que una dieta
proinflamatoria, rica en carbohidratos, grasas trans, saturadas y colesterol, duplicó las
probabilidades de desarrollar depresión. En contraste, una dieta antiinflamatoria, con
nutrientes presentes en frutas, verduras, legumbres, pescados y cereales integrales,
redujo significativamente este riesgo.

Aunque se requiere más investigación, estos hallazgos sugieren que nuestros hábitos
alimentarios pueden impactar significativamente en la salud mental, especialmente en
adultos mayores. Considerar la dieta como un elemento modificable podría ser clave
en la prevención de la depresión y en la promoción de la salud mental a lo largo de la
vida.

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