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ventana indiscreta

Día del espectador: El mundo desde la ventana de un confinado

Capítulo 4
LA VENTANA INDISCRETA
Alfred Hitchcock, 1954.

https://www.youtube.com/watch?v=FmalooHeBkY

En efecto, al igual que sucede ahora en todo el mundo a consecuencia del COVID19, el protagonista de esta obra maestra del cine titulada La ventana indiscreta (Hitchcock, 1954) es un reportero gráfico: L.B. Jefferies, al que una pierna rota le obliga a pasar varias semanas de un caluroso verano, sentado en una silla de ruedas y recluido en su apartamento del Greenwich Village de Nueva York. 

Este personaje, que interpreta de forma magistral James Stewart es un veterano de la Segunda Guerra Mundial, un fotógrafo profesional acostumbrado a viajar por todo el mundo y enfrentarse sin despeinarse a cien mil calamidades; y es por ello que el confinamiento se le hace aún más insoportable, al verse incapaz de dar satisfacción a esa mirada curiosa hacia la vida de los demás que hay en todo fotógrafo.

Pero el apartamento de Jeff, por suerte para él, tiene un amplio ventanal con unas vistas inmejorables al patio en el que confluyen los edificios vecinos, lo cual, unido a que el insoportable verano de Nueva York obliga a todos a tener las ventanas abiertas constantemente, le otorga a nuestro reportero la posibilidad de ser un verdadero Peeping Tom, esto es, un verdadero cotilla de las vidas ajenas.

Pero Jeff, que es como le llaman, no está sólo en su apartamento. Recibe la vista de Stella, una perspicaz asistente pagada por su seguro para ayudarle en las tareas domesticas. Y este papel es interpretado de forma extraordinaria por Thelma Ritter, una increíble actriz cuya carrera bien merecería algo más que el premio Tony que recibió, pues estuvo nominada 6 veces al Oscar a la mejor actriz de reparto. Por lo que, permítanme la broma, habría que ver aquí qué talento tienen los que reparten los premios.

>>> En esta película se produce la aparición más espectacular de un personaje que yo recuerde

Y siguiendo con la presentación de los protagonistas, hay que resaltar que en esta película se produce la aparición más espectacular de un personaje que yo recuerde, porque esos planos y ese montaje dedicado a la entrada en escena de Grace Kelly jamás han sido superados. 

Kelly interpreta a Lisa Fremont, una joven de alta sociedad criada entre algodones, que a ojos de Jeff sólo parece interesada en vivir bien y sólo sueña con telas y vestidos elegantes. Y esto puede ser verdad, pero lo único indudablemente cierto es que Lisa está locamente enamorada del fotógrafo aventurero que la trata con desdén a pesar de que Stella, su asistente, le recomienda, casi como una segunda madre, que se case con ella.

¡Ah, la locuaz Stella, que no para de dar consejos en base a su intuición!, realmente dotes adivinatorias que luce ante los demás con un sentido del humor ácido y exquisito.

Ella misma le cuenta a Jeff que, trabajando para el director general de General Motors en 1929, cuando le informaron de que este tenía problemas gastrointestinales, supuso que algo gordo iba a pasar en la economía norteamericana y mundial, “porque si el director de General Motors tiene que ir al baño diez veces al día, el país entero está a punto de irse al garete”.

Y es que su personaje, como casi todos aquí, conjugan el drama y la comedia en una corriente alterna que nos deja pegados al sillón desde el primer segundo hasta el último, en una lección magistral de escritura que llevó a cabo John Michael Hayes, quien también hiciera con Hitchcock “Atrapa a un ladrón” en 1955 y “El hombre que sabía demasiado” en 1956, ¡casi nada!

Un guión que, aparte de sus protagonistas, nos presenta varios personajes secundarios de los que conocemos mucho con muy poco: una solterona, una joven bailarina -quien curiosamente vivió realmente en el apartamento en el que aparece durante el mes de rodaje- unos fogosos recién casados, un compositor -que es un músico real que interpreta al piano el tema “Lisa” dedicado al personaje de Grace Kelly- , también una escultora y, por último, un matrimonio que vive feliz con su perrito ¡y hasta el perrito es un personaje importante en “La ventana indiscreta”!

Pero a esto hay que añadir la mano del maestro Hitchcock, una lección de cine desde los títulos iniciales a los finales, esto es: de ventana a ventana. Porque Hitchcock fue uno de los reformadores del “estilo clásico” del cine y al que él mismo perteneció y que hasta entonces producían las majors al introducir en el guión el azar, el desorden aparente, la irrupción de lo inesperado y en su narración cinematográfica el uso de la cámara como un lápiz con el que escribe en un estilo propio. 

Porque Alfred Hitchcock tiene la cualidad de hacernos ver lo que un personaje mira, una innovación para la época. Pero también lo que está pensando: esto es un arte, una técnica que bien parecería algo mágico para alguien que no sepa manejar el lenguaje cinematográfico y permítanme que no les ponga aquí ejemplos de suspensos frente al maestro del suspense.

>>> Hitchcock narra con la cámara porque hace que veamos lo que realmente importa, y lo hace dotando al plano no sólo de significado, sino de significante: algo que buscar en nuestro interior

Cuando él lo hace y lo vemos en un montaje parece fácil, porque está bien hecho y se suele leer con facilidad lo que está bien escrito.

Para hacer La ventana indiscreta, los decoradores construyeron el escenario en 6 semanas y lo dotaron de un sistema de drenaje que soportase la lluvia, de uno de iluminación que nos llevase del día a la noche a través de una abanico de colores y de una llegada del sonido natural que nos permitiese escuchar lo que ocurría en cada apartamento. Esto, de por sí, es una obra maestra. 

Pero ¿cómo lo cuenta el maestro?

Pues de forma transparente a veces, dejando que los actores se muevan en la escena ante la cámara casi inmóvil, que sólo realiza pequeños movimientos, paneos de seguimiento. Y entonces el espectador se centra en el texto y la interpretación, como debe ser.

Pero otras veces Hitchcock mueve la cámara rastreando objetos o personajes y lo hace de forma que nos inquieta y cuando algo conmovedor ocurre entonteces realiza un encuadre “dutch”, un plano holandés, forzado, torcido, que nos agobia, que nos angustia, como lo está su personaje.

Y todo ello reforzado por la luz al servicio de la narración, donde la música de Franz Waxman puntualiza sólo lo esencial, para marcar la diferencia con el resto. Porque esta película es un cocktail muy difícil de preparar, que conjuga todos los elementos del drama y del cine a la perfección. Porque no hay nada que esté ni siquiera regular en esta película.

“La ventana indiscreta” es una gloriosa película que no les dejará indiferentes y que verán una y otra vez. Y siempre le encontrarán algo nuevo.

Nota: La ventana indiscreta está disponible en Filmin

Pepe Caraballo (Badajoz, 1966) es cineasta y guionista de cine documental, publicidad y artes escénicas. También realiza exposiciones como video artista. Ha sido profesor en diferentes centros de estudios y colabora en revistas y foros del sector audiovisual. Ha escrito y dirigido largometrajes documentales como “El bosque modelo de Urbion” (2008), “El Parque Nacional de Guadarrama” (2009) o “Planet Earth” (Loro Parque Tenerife) (2011), entre otros trabajos audiovisuales y publicitarios.

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