Ciudad Real. Enero de 2013. Alberto Cabanes tiene 25 años y conoce a Bernardo, de 86. Bernardo es viudo y no tiene descendencia. Un buen día le confiesa a Alberto que su mayor deseo es haber sido abuelo. Es decir, tener un nieto. Alberto le contestó: “no te preocupes Bernardo, que yo te adopto como abuelo”.
Esta conversación inspiró la fundación de Adopta un abuelo. Un año después, Alberto Cabanes piensa que hay muchas personas en las mismas situaciones vitales que Bernardo. Su objetivo era conectar generaciones para que todas las personas mayores que sufren estas circunstancias se sientan escuchadas, acompañadas y queridas. Pero no solo pensó en una sola dirección. Al final, y bajo su experiencia, se trata de crear un feedback. Los jóvenes siempre pueden aprender de la sabiduría y la experiencia vital de nuestros abuelos.
Según Adopta un abuelo, el 60% de las personas mayores que viven en residencias no reciben visitas. Este es un número enorme si tenemos en cuenta que alrededor de 320.000 personas mayores de 65 años viven en residencias de toda España. Esta estimación es del año 2019 e implica que casi 200.000 personas están solas en las residencias de mayores de nuestro país. No podemos permitir que esto ocurra. No podemos dejar que personas que han dado la vida por nosotros, que nos han educado y que ahora dependen de todos los demás, queden desamparadas.
Valores y abuelos olvidados
Humildad, sencillez y generosidad. Estos son los valores que Alberto Cabanes destaca de su proyecto. Y estos valores no son más que los valores que desprende la gente mayor. Una generación que vivió la Posguerra y que supo sobrevivir con lo mínimo. Que aprendió de la dureza de una época dura, que la vida no son números ni palabras, sino emociones y hechos. Y que ahora, en un mundo desbocado, lleno de dificultadas y de velocidad, inmediatez y egoísmo; todos nuestros mayores están dispuestos a ayudarnos. Con sus enseñanzas. Con su valentía vital. Con su optimismo. Solo necesitan que alguien escuche al otro lado.
Alberto aprendió esto al conocer a Bernardo, su musa. La razón por la que dejó un puesto fijo y bien pagado en una multinacional para lanzarse al emprendimiento social. Todo lo que había aprendido de él, quería transmitirlo y empezar a cambiar el mundo. Poco a poco. Al principio con unas pocas personas en su ciudad natal. Después expandiéndose por toda España. Y hoy, acompaña a abuelos que lo necesitan en más de 50 ciudades españolas.
La misión de Adopta un abuelo siempre fue rendir tributo a las personas mayores y posicionarlas en el lugar que se merecen. Crear experiencias transformadoras que supongan un punto de inflexión en la vida de nuestros abuelos y de los jóvenes que quieran participar. Y, por último, desarrollar la tecnología necesaria para conectar generaciones. No solo en nuestro país, sino en cualquier parte del mundo. Y aquí se desarrolla la gran ambición de Adopta un abuelo y de otras personas, asociaciones y empresas que se dedican a reducir la brecha digital.
Reducir la brecha digital
La pandemia, además de dejar incomunicada a muchas personas, también ha acrecentado la brecha digital que separa a las personas con acceso a la tecnología de las que no lo tienen. Uno de esos grupos sociales que no tienen acceso a la tecnología es el de nuestros abuelos. Por otro lado, también cabe destacar la enorme brecha digital que separa el mundo rural del mundo de las ciudades. Este hecho, ha imposibilitado la comunicación durante los peores meses de la pandemia a muchas personas. Pero ya no solo es la comunicación. También ha complicado el día a día.
Muchos pueblos aislados de España ni siquiera cuentan con sucursales bancarias. Por poner solo un ejemplo. Y, ¿cuál es la población mayoritaria de esos pueblos? Pues, por supuesto, nuestros abuelos. Muchos de ellos han vivido actualizados con los grandes cambios tecnológicos que la humanidad ha vivido en tan poco tiempo. Muchos de ellos se manejan con la tecnología. Pero otros muchos no son capaces de consultar su saldo, hacer una transferencia, consultar las facturas de la luz online o conectarse online para charlar con sus nietos.
Aquí es dónde todos debemos hacer un gran esfuerzo. La sociedad debe involucrarse para que la brecha digital se reduzca. Para que todos nuestros abuelos puedan disfrutar de los beneficios de la era digital. Porque ahorrar papel en las facturas del gas o de la luz está muy bien, pero si la sociedad no pone esfuerzo en hacer que todas las personas que la componen sean integradas, muchos abuelos se quedarán desconectados.