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El racismo, protagonista una vez más en el mundo del deporte

El pasado martes 9 de diciembre el partido de Champions que enfrentaba al PSG y al Istanbul Basaksehir eclipsó todos los focos mundiales. En esta ocasión, el protagonista no fue una actuación estelar o algún gol imposible, sino una agresión racista. El delantero camerunés Pierre Webó recibió comentarios discriminatorios debido a su color de piel por parte del cuarto árbitro, el rumano Sebastián Colescu. 

Ambos equipos decidieron retirarse del partido, por lo que la UEFA tuvo que suspender el encuentro y programarlo para el día posterior. Era la primera vez que ocurría en un partido de la máxima competición continental. Pese a lo novedoso de la medida, el racismo en el mundo del fútbol es una costumbre muy extendida y asentada en la cultura futbolística europea. En todas las grandes ligas han sucedido episodios similares en los últimos años. Sin embargo, el organismo sancionador correspondiente nunca había actuado con tal contundencia. 

Iñaki Williams, delantero vasco del Athletic Club de Bilbao, recibió insultos racistas al ser sustituido en un partido contra el Espanyol. Pese a que su compañero Iker Muniaín avisó al colegiado la acción pasó desapercibida. Sólo después y, tras el visionado de las imágenes captadas por las televisiones, la Fiscalía interpuso una querella por delito de odio. Samuel Eto´o, Dani Alves o Carlos Kameni son algunos de los futbolistas que han sufrido acciones de este tipo por parte de los aficionados españoles. El racismo no solo lo sustentan los seguidores de los clubs, sino que, en ocasiones, son los propios futbolistas los que perpetran estos actos. Hace apenas unos meses la estrella brasileña Neymar Jr. denunció insultos racistas por parte del defensor español Álvaro González. No tuvo ninguna consecuencia. 

Un problema enquistado en el tiempo

Podría estar enumerando acciones de este tipo a lo largo de todo el artículo, pero, desgraciadamente, son tantas que no acabaríamos nunca. Es cierto que en las últimas décadas se ha avanzado mucho en materia racial, pero aún queda un largo camino por recorrer. Se trata de una cultura tan asentada en nuestra sociedad que son necesarias varias generaciones e importantes cambios estructurales para convertirlo en un anacronismo. 

No solo el racismo sigue teniendo una gran implantación en el mundo del deporte. La homofobia, aún a día de hoy, continúa siendo un tema tabú entre futbolistas. Apenas existen ejemplos de profesionales que hayan asumido públicamente su condición sexual. El primero en hacerlo fue el inglés Justin Fashanu, hace apenas 30 años, en 1990. Desde entonces casi no existen casos. No obstante, a principios de año, un futbolista anónimo de la Premier League hizo pública una carta donde revelaba su homosexualidad. Ponía el foco en lo “tormentoso” que resulta mantener su condición en secreto. 

Es bastante paradigmático y peligroso que el mundo del fútbol siga manteniendo estas dañinas formas de actuar. Se trata de uno de los espectáculos deportivos que más adeptos congrega. Debería usar su potencial para intentar transmitir valores de tolerancia y respeto, pero parece que no lo está consiguiendo. Tal vez, como uno de los principales elementos de nuestra sociedad actual, sea un mero espejo donde vemos reflejados todas nuestras carencias. 

Iniciativas para acabar con el racismo

Héroes de hoy es un proyecto social formado por un conjunto de marcas que se unen para poner fin a la discriminación y la intolerancia. Iberia, Telepizza o LaLiga son algunas de las empresas que conforman la iniciativa. Su objetivo es contar historias de personas que lucharon por un mundo más justo. En 2019 estrenaron el corto Racism is still there

A través del cortometraje viajamos a las olimpiadas de Berlín de 1936. En aquella época el régimen Nazi estaba en su máximo esplendor y el atleta Jesse Owen y otros 17 deportistas de color participaron en los juegos olímpicos. Acompañamos a Owen por su periplo hacia el estadio, recibiendo todo tipo de insultos racistas por parte de los aficionados alemanes. 

Hacia el final del corto descubrimos que los insultos son extraídos de cuentas de Twitter actuales. Aquellos ofensas que nos parecen de otra época son en realidad de hoy. Es un ejemplo claro de cómo el racismo sigue instaurado en nuestra psique. Está en nuestra mano acabar con esta lacra que discrimina a millones de personas en todo el mundo. ¿Y tú? ¿Estás dispuesto a seguir tolerando este tipo de acciones? 

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