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una vida no tan simple

“Una vida no tan simple”: tan compleja como la vida.

Félix Viscarret (“Bajo las estrellas”, 2007) lo ha vuelto a hacer y regresa a la gran pantalla con “Una vida no tan simple”, donde vuelve a revisar el rol de personajes masculinos hundidos en diferentes tipos de crisis.

La historia narra el mundo de los arquitectos, sus fracasos, sus falsas apariencias, su doble moral y también sus triunfos, donde no siempre brilla el mejor, como sucede en la vida misma, que nunca es tan simple y mucho menos justa.

En medio de ese terreno movedizo, se erige Isaías, interpretado por el brillante actor Miki Esparbé, quien comienza en la cima de su carrera como arquitecto, siendo reconocido con el mejor premio del gremio, pero que poco a poco se va desmoronando, como un edificio en ruinas.

Tráiler: Una vida no tan simple

Su quiebre produce otra serie de réplicas que afectan a su núcleo familiar, a sus amigos y, sobre todo, a sus roles como padre y cónyuge. Todo se desordena en la vida de un hombre obsesionado por el éxito y neurotizado por el control de todas las cosas.

La narración es inteligente, sensible, cruda. Muestra la fragilidad a la que todos estamos expuestos cuando la frustración nos coloca frente al dilema de elegir entre una forma de vida establecida, o en el filo de arriesgarlo todo por arrebatos efectistas o evasivos, que esconden una sola cosa: miedo.

Porque de eso se trata crecer, de ser valientes y aprender a aceptar el fracaso, valorando lo que realmente importa, nuestra esencia. Y eso lleva su tiempo, como reza el claim del cartel, que recuerda un poco -y no solo- al François Truffaut de “El amor en fuga”.

El reparto, integrado por Miki Esparbé, Álex García, Ana Polvorosa, Olaya Caldera, Julián Villagrán y Ramón Barea, realiza una labor excelsa, construyendo con honestidad el desmoronamiento que ocurre en los personajes, cuando los cimientos de sus vidas son amenazados por el desencanto, como si de un evento telúrico se tratase.

Sipnosis

Isaías Idoate nunca se imaginó que su vida iba a ser así una vez cumplidos los cuarenta. Atrás quedan los premios que obtuvo como uno de los jóvenes arquitectos más prometedores. Ahora los días van pasando entre su modesto estudio de arquitectura, donde se lamenta ante su socio Mikel, y el parque infantil a la salida del colegio de sus hijos. Y es que cuando está con sus hijos, Isaías se angustia porque debería estar trabajando para que alguno de sus proyectos salga adelante, y cuando está trabajando, se tortura porque se está perdiendo la infancia de sus hijos. Esté donde esté, Isaías vive agobiado.

“Una vida no tan simple” está en cartelera en toda España, y es muy recomendable para quienes quieran hacer frente a las viejas estructuras y a la temible vulnerabilidad, con un toque de humor.

Hasta el próximo Día del Espectador.

Nathalia Manzo.

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