Cada ser humano tiene una forma concreta de percibir el mundo y a las demás personas. Aunque vivamos experiencias similares, cada uno desarrolla una forma única de ver lo que nos rodea, de esta condición habla la Ley del Espejo.
La ley del espejo fue introducida por el psicoanalista Jacques Lacan. Este, defendía que la construcción de la personalidad se produce a partir de la captación de la imagen de uno mismo en los demás.
Bajo la influencia de las costumbres que hemos ido adquiriendo de la sociedad, de nuestra familia y amigos, construimos una imagen de como somos y de cómo es el resto.
En esta línea, la ley del espejo expone que lo que percibimos e interpretamos de fuera, en realidad reside en nuestro interior. Es decir, el exterior actuaría como un espejo para nuestra mente. Un espejo en el que se reflejan diferentes características, cualidades y aspectos personales.
Un mecanismo inconsciente
Así pues, la Ley del Espejo nos dice que, si vemos cosas negativas en una persona, lo que verdaderamente estamos observando es un reflejo de lo albergado en nosotros. Tal y como ha recogido el autor japonés Yoshinori Noguchi, en su libro ‘La Ley del Espejo’.
Realmente, este mecanismo es un reflejo inconsciente que se suma a la proyección psicológica que hacemos en un momento concreto. Se trata de un mecanismo de defensa que llevamos a cabo atribuyendo a otros comportamientos, pensamientos y creencias que son inaceptables para nosotros.
Yoshinori Noguchi explica que esta práctica es un proceso que debe finalizar con el perdón. El perdón a los demás y a ti mismo. Para ello recomienda seguir ocho pasos, entre ellos: Escribir tus sentimientos en un papel, hacer una lista con las personas a las que no podrías perdonar o buscar los motivos que te llevan a no perdonar.
El funcionamiento de la Ley del Espejo
Así mismo, la teoría se basa en cuatro principios:
- Lo que me molesta del otro, está dentro de mí.
- Lo que al otro le molesta de mí, si me afecta, está dentro de mí.
- Lo que me gusta del otro, también está dentro de mí.
- Lo que al otro le molesta de mí, si no me afecta, está dentro de él.
Conocer estos cuatro principios nos hace conscientes. Es un autodescubrimiento, pues podemos comprender condiciones propias en la relación con el mundo y las personas que nos rodean.
En definitiva, esta condición puede ser una gran herramienta de autoconocimiento, que fomenta nuestro crecimiento personal y la integración de nuestra personalidad. Es por ello que, antes de lanzar un comentario ofensivo, te animamos a reflexionar si realmente eso te molesta o, en realidad, te sientes identificado con ello.