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El resplandor making of

EL RESPLANDOR: un clásico moderno

Capítulo 7
El Resplandor
Stanley Kubrick, 1980

Esta primavera cumplió El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) su cuadragésimo aniversario. Por eso, hemos querido recomendar a nuestros lectores para este -de nuevo- más cálido verano, una de esas historias que hiela la sangre.

Dicen los expertos que a los adolescentes les atrae el cine de terror como descarga adrenalínica; algo que ellos necesitan más que los adultos, como sustituto de su incipiente necesidad sexual. Puede ser, pero yo lo traigo hoy aquí como muestra del trabajo de Stanley Kubrick, que es uno de mis -modernos- directores predilectos. 

Stanley Kubrick rodando una escena de «El Resplandor».

Un director impecable

En su haber tiene verdaderas joyas del cine, trabajos en los que siempre fue capaz de enfrentarse a nuevos retos y salir airoso de ellos. Valgan por ejemplo la provocadora Lolita (1962); o Barry Lyndon (1975), donde iluminó el set con velas, algo impensable incluso hoy en día; la Naranja Mecánica (1971), donde trató el tema de la violencia; 2001: Una odisea del espacio (1968), que asombró al mundo; o las impresionantes Senderos de Gloria (1957) y Espartaco (1960), ambas protagonizadas por uno de sus actores fetiche, el maravilloso Kirk Douglas.

La lista de obras maravillosas es interminable. Volveremos con alguna de ellas a esta sección porque el señor Kubrick merece ser estudiado a fondo, pues supo conjugar calidad y éxito: algo que muy pocos pueden decir (y menos hoy en día).

De hecho, su éxito y renombre es tal, que los amigos de las conspiraciones no dudan en afirmar que las imágenes de la NASA en las que los astronautas Armstrong y Aldrin se pasean por la Luna el 20 de Julio de 1969, son falsas. Estos amantes de las teorías de la conspiración aseveran que, en realidad, fueron filmadas en secreto por Kubrick: ¿qué mejor halago puede recibir un director a su capacidad para crear mundos imposibles que este maravilloso bulo?

El resplandor: un aparente desastre

Pero El resplandor no fue precisamente un éxito. No le gustó a Stephen King, autor de la novela en la que se basó el guión que realizaron Kubrick y Diane Johnson; no le gustó a la crítica, que se desconcertó ante este tipo de terror y la calificó como cine underground; no le gustó a las academias, que la ignoraron en los premios Oscar y demás galardones y sólo la seleccionaron para los premios Razzie (es decir, los anti-Oscar). Tampoco gustó en España el doblaje, donde destacó para mal Verónica Forqué, que dobló a la protagonista.

>>> «Kubrick encargó personalmente a Carlos Saura hacerse cargo de la dirección del doblaje y el resultado fue calificado como el peor doblaje de la historia«

Y, finalmente, la película tampoco parece que le gustó al propio Kubrick, pues cambió el montaje en varias ocasiones, reduciéndolo. Esto tampoco fue del agrado de parte del equipo, incluyendo a la propia protagonista, Shelley Duvall. La actriz afirmó que ciertos recortes hacían perder significado a la historia.

En fin, visto así, todo parece un desastre completo. Pero con los años, la película ha ido obteniendo el reconocimiento, que en mi opinión, se merece. Hoy en día es considerada una película de culto.

Imágenes del making of de «El Resplandor». De izquierda a derecha: Joe Turkel, Stanley Kubrick y Jack Nicholson

El éxito de una película de culto

Kubrick sabía hacer cine: más allá de sus manías, sabía hacer cine. Más allá de torturar psicológicamente a algunos actores para “meterles en el papel”, sabía hacer cine. Y más allá de las infinitas repeticiones, como la escena del bate de beisbol en la escalera, que repitió 127 veces: Kubrick sabía hacer cine. Y digo esto porque ningún director que esté en su sano juicio puede creer que un actor al que se hace repetir algo 127 veces, está haciéndolo cada vez mejor, seas Kubrick o seas quien seas: permítanme dudarlo.

Pero a él le salía bien, porque dominaba la puesta en escena y sabía qué era lo que quería contar y cómo debía rodarlo para lograrlo.

Jack Nicholson se prepara para el rodaje de una escena de «El Resplandor»

Todos los planos de la película han sido estudiados con mucho cuidado. Esto se nota desde los títulos de crédito hasta el final. Todos los encuadres son precisos y preciosos, porque su belleza reside en su funcionalidad. 

Todo es armónico: el decorado, casi todo en estudio, basándose en diferentes hoteles reales); el papel pintado de los pasillos que nos causa tanto pavor; la iluminación, con 700.000 vatios en el exterior, para simular la luz de esa zona montañosa); el llavero rojo de la habitación 237, que no existe, para no asustar a los inquilinos del verdadero Hotel Timberline Lodge, en Oregón, donde se filmaron algunos exteriores…

Y los personajes reales son igual de sólidos que los fantasmas que pueblan el hotel, pero se mueven de forma diferente. Y Kubrick les encuadra de forma diferente, y hablan de forma diferente…

>>> «Kubrick maneja esos diálogos, gestos y tiempos de forma prodigiosa, y eso nos produce una inquietud indescriptible»

Y todo es rodado de forma perfectamente horizontal. Hasta que llega la violencia. Entonces, la cámara tuerce (dutch take) y eso nos causa aún más desasosiego. Corre ante y tras los protagonistas –fue una de las primeras películas en la que se usó la steadycam-, y cuando el bueno del padre toma el hacha en sus manos, la cámara sigue su golpe con barridos rápidos. Eso multiplica la violencia por mil.

El terror humano

El resplandor es una película de terror psicológico, que nos habla de la violencia machista, del maltrato del hombre a la mujer y a los niños, de ese algo maléfico que es común a esos dos hombres que “corrigen” a sus mujeres, y que terminan por ser el mismo hombre.

Porque esta película unifica a los seres humanos en los que habita el mal, más allá de lo que la locura y una situación extraordinaria puedan invocar; algo como un confinamiento en soledad, en un hotel aislado por una terrible tormenta.

No le demos más explicaciones al guión, no analicemos esos saltos que da el montaje, fruto de tanto recorte en aras del supuesto éxito. No tratemos de buscar más símbolos que las sensaciones que nos deja una pesadilla: ese relato con más o menos coherencia que algunas noches nos asalta y nos despierta con el corazón acelerado y un sudor frío en la frente.

Porque, ¿qué hay mejor que despertarnos con esa fría sensación en una calurosa noche de verano y sentir tanta maldad tan lejos de nosotros?

“El resplandor” está disponible en NETFLIX

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